Se desarrolla tolerancia a casi todos los efectos del cannabis, tanto para los psíquicos como para los físicos; tanto para los efectos indeseados, como es el aumento del pulso, como para los terapéuticos. “Desarrollo de tolerancia” significa que la intensidad de los efectos va disminuyendo gradualmente cuando se administra repetidamente la misma dosis. La reacción del sistema nervioso vegetativo se modifica. La velocidad con que se metabolizan los cannabinoides aumenta. El umbral de estimulación de los receptores cannabinoides se incrementa, y el número de receptores disminuye. En este contexto, en el caso de un consumo continuado de cannabis, se habla de una neuroadaptación, es decir, de una adaptación del sistema nervioso a las nuevas condiciones. Estas modificaciones son reversibles si se deja de tomar droga. En pocas semanas, el cuerpo se adapta otra vez y se restablece el estado originario con un nuevo equilibro. Hacia algunos medicamentos (como los somníferos) existe una tolerancia parcial cruzada; es decir, el desarrollo de tolerancia a una sustancia puede provocar parcialmente la tolerancia a otra. Se sabe que ocurre con muchas, por ejemplo, con el alcohol y las benzodiazepinas. No existe ninguna tolerancia cruzada entre las anfetaminas, los opiáceos y los alucinógenos, como el LSD o la mescalina.
El desarrollo de la tolerancia en el caso del cannabis es relativamente reducido. Depende de la dosis y del tiempo durante el que se administra. Con dosis reducidas, no se puede producir un desarrollo notable de tolerancia, como en su empleo como relajante muscular o estimulante del apetito, incluso si se prolonga su empleo durante meses.
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